La fuerza del elefante
Foto de Valerie
Todos vivimos atrapados en una jaula. Una jaula creada por nosotros mismos. Forjada con el acero de nuestros miedos, moldeada a nuestra medida con el material de todas las dudas, de todas las preocupaciones, de todos los “y si..”. Cada barrote es una promesa rota, un sueño incumplido, una esperanza truncada, un “tal vez” que se llevó el viento en una noche de lluvia.
Dice un viejo cuento apócrifo que un día en las inmediaciones de un circo un niño se sorprendió al ver un elefante atado con una cadena al tocón de un árbol.
—El elefante es grande, si tirase con fuerza seguramente arrancaría el tronco —preguntó el muchacho al domador del circo.
El hombre se quedó un rato mirando al curioso visitante y luego contestó lacónico: —pero él no lo sabe, lleva demasiado tiempo encadenado, ni siquiera lo intenta.
Con nuestras jaulas sucede algo parecido. Los miedos -las dudas- solo existen en nuestra imaginación. Y allí se hacen poderosos, muy poderosos. Los vamos alimentando con el paso del tiempo, con grandes dosis de indolencia resignada. Nos acostumbramos tanto a ellos que asumimos que esa es la única manera de vivir. Inventamos excusas como: “Esto es lo que me ha tocado”, o “esa es mi manera de ser, que le voy a hacer”. Y mientras tanto la vida se nos va escapando, despacito, sin algaradas, con bastante pena y sin un atisbo de gloria.
Si tú supieras que las jaulas son únicamente hologramas, creaciones mentales. Si supieras que los barrotes pueden quebrarse si los embistes con seguridad. Si supieras que todos podemos ser contorsionistas y transformar nuestros cuerpos para escaparnos entre las rejas. Si tú supieras que cada uno de nosotros tiene el poder para cambiar, para cambiarse; si lo supieras…, empezarías a tener el poder del elefante.
Alberto Rodríguez M.