El preciso momento en el que el sol se oculta

Foto Alberto Rodríguez

A veces la vida parece un rally: estás todavía corriendo una etapa pero ya estás pensando en la siguiente. Vivimos tan preocupados por todas las tareas pendientes que apenas prestamos atención a lo que estamos haciendo. Solo queremos terminar una cosa para empezar la siguiente, deseando que todo termine para tener un momento de descanso. Pero los quehaceres no parecen tener fin, probablemente porque cuanto más haces más nuevas tareas generas. Y, además, la mayor parte de las veces tampoco tenemos muy claro qué vamos a hacer con el tiempo que ahorramos yendo deprisa.

Yo creo que la vida debería parecerse más a una colección de momentos, a un álbum de fotos. Obviamente, algunos serán buenos y otros no tanto (los hay que son una mierda, para que nos vamos a engañar). En algunos estamos porque decidimos estar, otros son más bien impuestos por las circunstancias. Y para ser sinceros, los momentos elegidos no tienen porque ser siempre mejores que los forzosos; aunque yo me preocuparía un poco si mis decisiones me llevaran sistemáticamente a pasar malos ratos. 

Al final, lo importante es el momento, cada momento. Y lo que hacemos para vivirlo. A veces nada parece encajar, como si la vida nunca estuviera dispuesta a darte lo que necesitas. Seguro que alguna vez has sentido que el camino por el que vas no lleva a ninguna parte, y que daría igual seguir adelante o volver atrás. O tal vez has pensado que la gente no te entiende y que nunca encontrarás amigos de verdad. O que hay algo malo en ti y no te mereces la aprobación y el cariño de los demás. Todo el mundo ha pensado eso alguna vez, aunque también me preocuparía un poco si tienes todo el tiempo ese tipo de sensaciones. Si las tienes, solo puede querer decir una cosa: ha llegado el momento de cambiar de perspectiva. Vas a tener que plantearte que el problema no está en los momentos que la vida te da, sino en cómo tú los vives. El problema no está en la escena en sí misma, sino en el guión que decides escribir para ella. ¡Pasamos tanto tiempo hablando con nosotros mismos! Mucho más del que gastamos en conversar con los demás. Así que: ¡ten mucho cuidado con lo que te cuentas!

Afortunadamente también hay momentos mágicos. Ocasiones en las que los astros parecen alinearse para ofrecernos algo especial: una buena conversación con amigos, un paseo por un sitio único, una llamada inesperada, un pequeño éxito que culmina un trabajo bien hecho. ¡Pueden ser tantas cosas! A veces –la mayoría– son acontecimientos pequeños. Tan pequeños que podrías fácilmente pasar de largo sin prestarles atención (sobre todo si estás corriendo una etapa de tu particular rally). Por eso –no se te olvide– la vida puede estar llena de momentos fascinantes, de fotos maravillosas, de hechos irrepetibles que pueden ser muy fugaces. No dejes que se te escapen. No permitas que la prisa te impida ver los detalles del camino. Viaja con los ojos bien abiertos a lo que ocurre fuera, mantén a raya tu charla interior. Mira. Entonces, la luz del faro se encenderá en el preciso momento en que el sol se oculta.

Alberto Rodríguez M.

Alberto Rodríguez
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